De hecho, la Venus atrapamoscas es un ejemplo clásico de cómo las plantas pueden mostrar comportamientos que parecen no tener relación con sus funciones típicas. La Venus atrapamoscas es una planta carnívora que captura insectos utilizando hojas especializadas que se cierran cuando se activan ante la presencia de una presa.
Otro ejemplo intrigante es el “árbol andante”, conocido científicamente como Socratea exorrhiza. Este árbol, que se encuentra comúnmente en las selvas tropicales, ha desarrollado un comportamiento fascinante en respuesta a las condiciones cambiantes de luz. Le crecen raíces parecidas a zancos que emergen del tronco y pueden moverse o “caminar” con el tiempo, lo que permite que el árbol se reposicione para buscar mejor luz solar para un crecimiento óptimo.
Tanto la Venus atrapamoscas como el árbol andante muestran la increíble adaptabilidad y diversidad de la vida vegetal, lo que demuestra que las plantas pueden exhibir comportamientos más allá de sus funciones tradicionales de fotosíntesis y crecimiento.
El “árbol caminante”, conocido científicamente como Socratea exorrhiza, es una planta rara que se encuentra en los bosques tropicales de América Latina, particularmente en regiones como Centro y Sudamérica. Esta palmera única ha desarrollado la capacidad de moverse o “caminar” sobre el suelo del bosque, y se cree que este comportamiento ha evolucionado a través de la selección natural.
El comportamiento de caminar de la Socratea exorrhiza no es tan dramático como caminar en el sentido tradicional, sino que implica el crecimiento de raíces especializadas en forma de zancos que emergen de la base del tronco. Estas raíces crecen horizontalmente y luego se curvan hacia arriba, lo que permite que el árbol se reposicione gradualmente con el tiempo. Este movimiento puede ayudar al árbol a dispersar sus semillas de manera más efectiva.
A medida que el árbol se mueve, sus semillas se liberan en diferentes puntos alejados del árbol padre. Esto aumenta las posibilidades de una germinación y un crecimiento exitosos porque las semillas se distribuyen en áreas con diferentes condiciones de luz, agua y nutrientes. Este comportamiento da a la descendencia del árbol una mejor oportunidad de encontrar condiciones adecuadas para su crecimiento sin tener que competir directamente con el árbol padre.
La capacidad del árbol andante para mover sus raíces y cambiar su posición es un ejemplo notable de cómo las plantas han desarrollado adaptaciones únicas para mejorar su supervivencia y éxito reproductivo en sus entornos específicos.
Según los guías turísticos, el árbol andante emplea sus raíces aéreas en la base como sistema de soporte para mantener la estabilidad durante su movimiento. Esta habilidad única le permite viajar con gracia varias decenas de metros al año, asemejándose al movimiento de piernas o tentáculos. Una vez que estas raíces entran en contacto con el nuevo suelo, se anclan y se extienden, mejorando la estabilidad de la planta y amplificando significativamente su velocidad de movimiento.
Según la leyenda local, se dice que el árbol andante camina tranquilamente unos 2 o 3 centímetros cada día, sumando unos impresionantes 20 metros por año. Esta maravilla botánica, Socratea exorrhiza, logra su movimiento extendiendo raíces frescas en la dirección deseada mientras permite que las más viejas se marchiten. A medida que crecen las raíces más largas cerca de la parte superior, tienden a romperse en sus puntas, lo que facilita que el árbol atraviese obstáculos como la densa maleza. Estas plantas excepcionales son autóctonas de regiones específicas y rara vez se aventuran más allá de los cien metros de sus hábitats originales.
El misterio de los “árboles andantes” decodificado, ¿verdadero o falso?
Contrariamente a la creencia popular de que esta palmera podría estar en movimiento, el biólogo Gerardo Ávalos de Atenas, Costa Rica, quien dirige el Centro de Investigación para el Desarrollo Sostenible, ha demostrado lo contrario.
Un estudio realizado por este especialista en 2005 y publicado en la revista Biotropica contradice la creencia de que las plantas y raíces de Socratea exorrhiza son móviles. El estudio concluye que incluso si algunas de las raíces del árbol mueren, el árbol en sí permanece estacionario y no muestra movimiento real.
Mi artículo refuta la idea de que las palmeras puedan caminar. La idea de una palmera moviéndose con gracia por el suelo del bosque para perseguir los cambios de luz de un árbol a otro es simplemente un adorno narrativo utilizado por los guías turísticos de la jungla para mejorar sus presentaciones, como afirmó Ávalos en su entrevista con Life’s Little Mysteries.
A pesar de esto, Socratea exorrhiza continúa desempeñando un papel vital en el entorno de la selva tropical al proporcionar refugio y sustento a una amplia variedad de criaturas. Los perezosos y los monos consumen las hojas de esta planta, mientras que en su grueso tronco encuentran refugio numerosos insectos y otros invertebrados. Los habitantes indígenas de la selva también hacen un uso extensivo de las palmeras andantes. La madera se utiliza para la construcción y para leña, mientras que con las hojas se fabrican cestas, esteras y materiales para techos.