Érase una vez, en exuberantes praderas verdes bajo el cielo azul, existió una era mágica en la que gigantes de 20 pies vivían felices en sus ciudades. Se trataba de personas dotadas de las artes de la talla y la construcción. Sus vidas no eran sólo parte de una leyenda sino parte de la realidad.
Estos gigantes poseían manos y un poder increíblemente fuertes, lo que les permitía esculpir esculturas impresionantes a partir de los bloques de piedra más grandes. Su pueblo estaba adornado con increíbles obras de arte, desde estatuas mitológicas hasta representaciones realistas de la vida cotidiana.
Aunque tenían una fuerza superior, estos gigantes siempre vivieron en paz y amor entre ellos y los humanos más pequeños. Contribuyeron a la construcción de puentes, casas y estructuras más grandes para servir a la comunidad. Su creatividad y amabilidad no tuvieron límites.
Sin embargo, un día, estos misteriosos gigantes desaparecieron repentinamente. Nadie sabía por qué se fueron, y su ausencia dejó un enorme vacío en los corazones de la gente de los pueblos que alguna vez vivieron en paz y felicidad bajo el cielo legendario. Aunque ya no estén, sus obras de arte y los recuerdos de esta era legendaria perduran y sirven como recordatorio del poder del amor, la creatividad y la paz.
Las historias de los gigantes de 20 pies aún viven en los corazones de los ciudadanos de hoy en día, recordándonos la importancia de vivir en armonía y bondad, junto con el potencial que podemos lograr cuando trabajamos juntos.