La afirmación de que el castigo para las mujeres en un antiguo imperio hace 100.000 años implicaba ser encadenadas alrededor del cuello y enterradas vivas bajo tierra carece de evidencia histórica creíble. Tal práctica sería considerada extrema e inhumana según los estándares contemporáneos y probablemente dejaría atrás evidencia arqueológica significativa si se generalizara.
Es importante abordar las afirmaciones sobre prácticas antiguas con escepticismo y confiar en evidencia verificable de fuentes históricas creíbles. Si bien las civilizaciones antiguas tenían varias formas de castigo por crímenes o desobediencia, el castigo específico descrito en su declaración no se alinea con las prácticas históricas conocidas de ese período.
Además, las afirmaciones sobre eventos o costumbres que datan de hace 100.000 años son difíciles de verificar debido a la disponibilidad limitada de evidencia arqueológica y la falta de registros escritos de esa época. Si bien la investigación arqueológica puede proporcionar información sobre las sociedades antiguas, los detalles específicos sobre las normas y prácticas sociales de períodos tan distantes son a menudo especulativos y sujetos a interpretación.