“Los arqueólogos han hecho un descubrimiento emocionante en las montañas de Noruega: una flecha antigua verdaderamente inusual con su punta de cuarcita original y su cola de plumas aún intactas.”
El descubrimiento de la flecha, que se cree que fue utilizada por venerados espíritus cazadores hace unos tres mil años, fue realizado por el arqueólogo Lars Pilo. Dirige el proyecto Secrets of the Ice, que opera en las montañas Jotunheimen, en la región noruega de Oppland.
Descubrimiento de la flecha
Aunque los arqueólogos del proyecto tropezaron previamente con evidencia que insinuaba la existencia de persianas de caza hechas por humanos, que eran lugares donde los cazadores se escondían mientras perseguían renos, esta flecha se encontró en un lugar diferente, lejos de dichas persianas.
Los arqueólogos del proyecto se centraron principalmente en los puntos ciegos de caza creados por el hombre, que eran lugares donde los cazadores se escondían mientras perseguían renos. Estos sitios eran estratégicos, con el objetivo de pasar desapercibidos para los renos durante las expediciones de caza. Sin embargo, el descubrimiento de la flecha se realizó en un lugar diferente, no asociado con estas persianas de caza.
En las montañas Jotunheimen, el cambio climático causado por las actividades humanas está provocando el derretimiento de la nieve y el hielo, revelando reliquias antiguas que abarcan cientos de miles de años. Estos artefactos históricos corren el riesgo de deteriorarse si no se recuperan rápidamente después de la exposición a los elementos.
Finstad se topó con la flecha de la Edad del Bronce durante un estudio deliberado, durante el cual él y sus colegas inspeccionaron sistemáticamente áreas recientemente descubiertas a lo largo del borde del hielo.
Examen de la flecha de la Edad del Bronce
El cuerpo principal de la flecha estaba hecho de abedul y todavía poseía un conjunto de plumas aerodinámicas que sobresalían de las plumas traseras bien conservadas. Las plumas son cruciales para dirigir la flecha durante su vuelo, pero estos componentes suelen deteriorarse con el tiempo.
Hay una punta de cuarcita en la punta de la flecha, aunque apenas es visible debido a una capa de brea que cubre la mayor parte. Según Pilo, este discurso tenía un doble propósito. Aseguró la punta de la flecha al eje y alisó la parte delantera de la flecha, mejorando su capacidad para penetrar objetivos.
Si bien las flechas con puntas conservadas no son infrecuentes en la Edad del Hierro o en nuestros sitios arqueológicos, encontrar una de este período temprano es excepcionalmente raro. Se cree que la brea utilizada en la punta de flecha probablemente se originó a partir de carbón de abedul.
A pesar de que la punta de la flecha y las plumas estaban en buenas condiciones, al resto de la flecha no le fue tan bien. La flecha, que medía aproximadamente 90 centímetros (aproximadamente 2,9 pies) de largo, se fracturó en tres pedazos a lo largo de su eje. Según Pilo, esta rotura probablemente se produjo debido a la presión ejercida por la nieve.